Ahora solo quedan recuerdos de aquel pasado. De un solo golpe, como si fuera el Dios mitológico pintado por Ron Levine para el trabajo de la Sonora Ponceña que trae este nostálgico tema nacido de la trova cubana, la ciudad borra las huellas que hemos dejado en cada paso anterior, para crear nuevos espacios donde surgirán nuevas historias, donde nuevas marcas, imborrables, indelebles, quedarán impregnadas en nuevos corazones, marcas como las que dejó en mi el edificio que implosionó en días pasados al frente del CAM, no fue un “crash” ruidoso, fue un “bomb” fulminante, seco, y certero, directo a los recuerdos de mis primeros años de vida, inciertos y dubitativos.Casi terminando mi carrera intermedia, into the 90s, La Sonora Ponceña lanza este atómico trabajo, donde vienen dos obras maestras de Pablo Milanés en tiempo de clave salsera: Quiero seguir siendo tu amante, y El tiempo; y como genio que es Papo Lucca, sus arreglos dejaron profundas huellas en toda una generación de salseros.
siempre una huella triste nos dejó,
qué violento cimiento se forjó
llevaremos sus marcas imborrables.
Aferrarse a las cosas detenidas
es ausentarse un poco de la vida.
La vida que es tan corta al parecer
cuando se han hecho cosas sin querer.
En este breve ciclo en que pasamos
cada paso se dá porque se sienta.
Al hacer un recuento ya nos vamos
y la vida pasó sin darnos cuenta.
Cada paso anterior deja una huella
que lejos de borrarse se incorpora
a tu saco tan lleno de recuerdos
que cuando menos se imagina afloran.
Porque el tiempo, el implacable, el que pasó
siempre una huella triste
nos dejó.