Para
mediados de la década de 1970, el movimiento salsero estaba en plena
ebullición, la palabra SALSA ya era usada para identificar tanto la música
latina tradicional (el son, el guaguancó, la guaracha, etc,) como para señalar
a esas nuevas sonoridades que surgían en el barrio latino de Nueva York y que
empezaban a irrigarse por toda América. Esta fusión de todos los ritmos
afrolatinocaribeños sumados al jazz, abrió una puerta valiosa para experimentar
con nuevos arreglos y orquestaciones, sobre todo usando las viejas canciones
cubanas que además de haber sido éxitos en el mundo latino no pagaban derechos
de autor por el embargo a Cuba efectuado por los Estados Unidos.