EL VALS DEL SEGUNDO

Un músico, que se declare músico tiene que escuchar el “Vals del segundo”, la síntesis más absoluta de lo que es la expresión musical. El recorrido a través de sus notas es el descubrimiento del arcoíris colorido que puede ser la experimentación musical; nos recuerda el “Vals del segundo” los solos impecables, sonoros y extensos de Chucho Valdés o Michel Camilo, o los silencios y pianus interruptus de Eddie Palmieri.

Los arreglos del Vals del segundo permiten la exposición franca de todos los instrumentos de la Orquesta, sin rivalidades, cada uno con su propio espacio para imprimirle su sello sonoro al disco; pero ya alguien me habrá corregido, no se trata de una orquesta, se reconoce de inmediato el formato de Big Band, la conjunción de vientos como si se tratará de Machito o de las orquestaciones épicas de Chico O’Farril.

El Vals del Segundo, se iguala en complejidad quizás a “Un día bonito” de Mr. Eddie Palmieri, aunque otros dirán que la comparación se debe hacer con “The war gods” de la Fania All Star, disco que vendría en el mítico álbum California Jam; de todos modos, es indiscutible que la mayoría de músicos que conocen y han estudiado en toda su extensión el Vals del segundo coinciden en que hay una similitud muy profunda con el disco “Cocinando” de Ray Barreto por sus cortes precisos y por el espacio que deja para el lucimiento de los instrumentos de percusión.

Sin más preámbulo, obviamente merecido a una obra maestra de esta magnitud, dejo a consideración de músicos, melómanos, y amantes de las joyas musicales, El Vals del Segundo de Les Luthiers, dejando posteriormente los otros temas referidos para el ejercicio y análisis académico.